Sin embargo, aún en mi trono he querido ser el mismo (he querido verte con los mismos ojos descansados que tantas cosas perviertan y endulzan para mí).
Si miro al norte, por una ventana veo partes de Lima que no conozco; si miro al este, alcanzo con mi mano una pared...; nunca miro para atrás. Es cuando miro al oeste es que todo sucede.
10 metros a mi izquierda, contra una pared hay un reloj colgado. Pero 5 metros a mi izquierda, bloqueando la línea directa entre mis ojos y el reloj, suele estar la cabeza de una chica. Entonces yo tengo que inclinar mi silla hacia atrás y estirar el cuerpo, girar los ojos y la cara para ver la hora. Ella ha sabido atraparme mientras lo hago.

Ella está pensando que la miro, con miedo o incomodidad. Es decir, yo la miro, pero ella piensa que la miro.
Yo estoy pensando que, como tantas cosas buenas, todo esto muy gracioso, pero insostenible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario