domingo, 29 de junio de 2008

Modus operandi

Busco construir una canción que gire sobre si misma, como yo, que reverbero con los años y los meses y retorno con los días (que giro sobre mi mismo).

Una canción que corte, incida y luego se quiebre, que describa en una curva la forma de un vientre, con su olor y su tono y su farol, con su espuma y con su espacio.

Una canción inagotable que pueda abrir un corazón como un durazno, una puerta como un hacha, un libro como el polvo, y que después un cocodrilo admita en su dentadura renovada.

Una canción irracional que cimiente alguna religión extravagante, que reviente las murallas viejas y abandone los trenes de la sierra y de la cual escapen los camiones repletos de manzanas de calor de hombres del polvo en las quebradas del sol y de la arena del desierto y de las piedras de vapores y bigotes de viudas y camellos de argumentos de filosofías de estadios y de experimentos en las carreteras que unen las ciudades entre el aire y los puertos con el agua y las mentes que palpitan y mitológicas las tardes.

De estas tardes se desprendería luego mi canción, sola y sin ayuda, como de un huevo frito brillando ante mis labios.

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