lunes, 16 de junio de 2008

Púlsar

0 - Interiores

No sospecho de tus ojos, pero sí de todo lo que escribes.

1 - Tierra

Cuando me siento solo yo me sé perfectamente solo

Cuando amplío mis labios hasta el borde de la tierra encuentro la sangre en nubarrones afables

Cuando me pierdo la tarde cabalga en mi regazo una niña prestigiosa en mi catre sin facultades sin lengua ni ingle ni excusas un puñado de sueños me agobia

Cuando no puede un hombre más que morir contento un prado fatal lo abraza no hay crédito a tus ojos otro puñado de hombres alcanza la gloria

¿Quiénes son los culpables?

2 - Cielo

Obtienes la primera visión de una estrella lejana: tal es la horrenda premisa. Pero no eres Galileo y no calcularás la caída de las piedras al derrumbarse tu casa.

Ten siempre una cueva donde refugiarte, me dijo, y después retozamos entre las matas. Con arañas, con ternura.

3 - Infinito

No adviertas: ¡Detente, es su corazón un páramo galáctico!

Yo he hallado la compañía en todas partes. En una cueva, aquella vez, grandiosa cueva a la que penetramos. (Un gran equipo de intelectuales y otras razas de hombres penetró, hombres de buen corazón, hombres que matan y soldados cuidaron los flancos.)

4 - Travesía

Después de horas de búsqueda, más allá de la noche, mucho más allá de la generosidad nos golpeó la respuesta. Alcanzamos de súbito una explanada con un gran árbol tendido sobre una alfombra de malezas.


Entonces comprendimos lo íntegro del abismo: supimos que nuestra niñez terminó con la muerte del árbol.

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