jueves, 26 de febrero de 2009

La pringosa y sensual búsqueda de la unicidad








Las noches más calurosas, cuando llego a mi casa y me desvisto y canto y todavía sudo y soy un cuerpo, parlante de pretensiones escandalosas, cuando estoy completamente calato o asqueado de mí y de mí contemplación perpetua, entonces no puedo salvo creer que todas las historias -entendidas como la concatenación de episodios con sentido o sin él- consisten de pura ilusión: la mía, enarbolada, arrojada a trepar una hiedra (no a ser la hiedra en si misma) por la incierta pero fatal estrella de lo contento.





martes, 24 de febrero de 2009

El baño de mujeres

Oigo a penas lo que murmuran. Pegado a la pared, muy cerca, como asido a la luna de un rascacielos y con ese precioso terror, soy Spiderman yendo a rescatar a Kirsten Dunst de un malvado galán (porque cualquier MJ no puede ser: me cago en cualquier otra), ese que podría follársela primero y enamorarla por siempre. De tal modo casi distingo sus frases. ¿Hablan de mí? ¿De qué hablan? ¡Ay, secreta logia, imposible y perversa! Que me destruye -que nos deconstruye-, que trama y actúa. Secreta logia de hembras que controla el universo y que debemos hundir a toda costa, y que me matará, ciertamente, y que ya no oigo mascullar a través de la delgada pared que divide los baños…

El otro día hablábamos. Y yo la vi y ella me vio y hablábamos. Sólo que no hablábamos. No hablamos. Y yo la vi y ella me vio y todo esto se trata, francamente, no de hablar sino de caminar o andar o bailar o reír o tocarse y nada más. Entonces está bien. Nada más que de esta calle y de historias y bueno, un poco de la música que se oiga detrás.




Me pego –me apego- y oigo sus coloquios, sus maquinaciones y sus secretos. A veces estoy confundido y no puedo despegarme de esta pared. Estoy pegado contra la pared como un caracol, y trepo hasta un lugar sideral donde hablan de mí y de ti, nos juzgan y nos aman. Trepo por una pared, hacia arriba, hacia otro lugar muy alto, pero de pronto me deslizo. Y caigo en el mismo punto. Y no es un llano sino risa y no logro levantarme y no puedo oírlas más. ¿Hablan de mí? ¿De qué hablan?...

Y cuando la vi supe que ella sabía que yo lo sabía. Y pensé que podía ser benévola conmigo. Y cuando me vio, muy cerca, no dijo nada y yo no supe que decir y no dijimos nada. Esto, en si mismo, no era raro: era raro que a pesar de no tener nada que decir simplemente no me disgustara. Porque no todos tenemos la mirada pájara y no todos somos el mismo más de un número de horas. Entonces deduje que nos habíamos visto de verdad (lo que es decir muchísimo).

lunes, 23 de febrero de 2009

Somebody lurks (works) in the shadows



El artesano detrás de mí debe ser un enano. Flaco, bucólico, pervertido, cantante y sibarita... y enano. El artesano o diré el artista detrás de mí: un enano hedonista. Hedonista pero científico pero disperso, agudo pero caminante y despeinado, alegre pero suicida. Y mal escritor, y pobre cantante... ¡ay maldito enano sibarita!

El artesano detrás de mí urde batallas familiares. Mea en el piso del baño de mis papás. Vomita en los muebles de la sala. Insulta a mis amigas chancha puta y ellas lo miran chato marica. Luego me culpan a mí. Yo no me disculpo- temo la furia del enano, diabólico, artero.

Entonces el artesano detrás de mí no es títere de mis manos (¡oh sépanlo!), tampoco de mis genitales. Este chato breve es ajeno a mí, como los lapiceros verdes de Lucía (que son como los ojos eternos de Lucía), incluso tan ajeno como los salmones que muerde y morderá por siempre Lucía.







Pregunta: ¿cuántos son los nombres del maestro?




sábado, 21 de febrero de 2009

Esparcimiento urbano 2





Era muy tarde cuando bajé por el ascensor, brillante, acalorado, y lo vi también allí, brillante, acalorado y enternado aún... es sólo que realmente no lo vi. En todo caso no hasta mucho después. Empujé la puerta del edificio y pasé junto a él abnegado, anegado por una nube, absorto y excitado por una nube de deseo imposible de satisfacer y emprendí un camino difícil, conocido pero difícil. Porque no es verdad -es mas bien una simplista y popular mentira- que lo más difícil sea lo desconocido o lo imposible, sino que es completamente al revés: no hay nada más difícil que aquello que conocemos y hemos logrado múltiples veces, porque es mucho más simple construir una cadencia (toda actividad, vivir siempre es un baile, un ritmo, un acto métrico) y flotar un instante sobre ella, contento y engañado, que persistir en ella a pesar del tiempo y sobre todo a pesar del tedio, por un periodo extenso o a través de las múltiples repeticiones que las circunstancias nos procuren. Así empecé a caminar, zigzagueante, un poco indeciso por la vereda, como con el rumbo de mi casa.

En el trayecto medité sobre la soledad y quise parecer, andando entre parques y personas, un pregonero. Como ese pregonero que acabó siendo el Lazarillo de Tormes, pero un pregonero vacuo de bienes modernos, bienes intangibles pero tan capaces de conducirnos a la embriaguez como esos vinos que debió vender cuando pregonero el Lazarillo de Tormes. Pensé que debí ser actor, sólo un instante cuando abrí lo más que pude las fosas nasales e inspiré los romances de la neblina, luego volví al tema de fondo. Y quizás entonces fue que lo vi, un poco lo recordé. Ya iba por el Olivar, por su alameda principal que siempre me parece demasiado iluminada, cuando alcancé la convicción de que estaba lejísimos de ser actor y más bien muy cerca de ser un huevón y supe que aquello era triste y recordé que eso no me parecía triste en si mismo, sino real, incluso contento, y entonces sonreí: era un hombre triste y huevón que andaba por la alameda contento, brillante y demasiado iluminado y que quería a veces ser un actor, un relator, un periodista, diré mas bien una especie de fotógrafo perverso y alelado, un pregonero de imágenes soñadoras e ideas parciales, todo con miras a propagar una embriaguez sagrada -que no exenta de toda la racionalidad-, una fetidez extrema y dulce y bella que nos lleve a todos -oh manada de hembras- por el sinuoso tobogán del éxito.

Entonces las vi. No a él, todavía no, sino a dos viejas como dos brujas, quizás como he imaginado siempre a las brujas en esos programas que tantas veces he visto en el History Channel sobre la Inquisición: como extrañas y acabadas amantes, gastadas, arrugadas y secas por el larguísimo trajín del placer. Estaban ellas en una banca del lado izquierdo de la alameda. Y por primera vez en semanas un amor no me dio asco. Yo sonreí (lo que más tarde recordé sorprendido) y ellas reían y una besaba a la otra en los ojos, colocaba sobre sus párpados pequeños picoteos de pájaro-araña, los cuales la otra, que sentada sobre su regazo, recibía alegre y correspondía con pequeños picoteos análogos de pájaro-araña, de pronto más largos, como maduros, mientras extendía su brazo alrededor del torso de la primera, rodeándolo y cerrando su mano sobre las costillas, haciéndole breves cosquillas, por momentos meciéndola suavemente, lo que deduzco incitaba en ella los gemidos plácidos que liberaba cuando no estaba dando uno de sus pequeños besos de pájaro-araña. Me abrumó la ternura, la inconmensurable ternura de la escena, y sin notarlo me detuve a observarlas un momento. Muy rápido se dieron cuenta, lo denunciaron con una mirada confundida y entendí que tenía que seguir de largo.

Estuve un momento desconcertado y no supe mucho lo que sucedió hasta que llegué a mi casa. Fue cuando me lavé la cara que finalmente me despojé de ese brillo maldito. Limpio, abrí mi cama y apagué las luces y me desnudé para entrar en ella así, desnudo, y entré efectivamente en ella y me sumí en la frescura de las sábanas blancas. Encendí el ventilador y noté científicamente cómo se iba aclarando el color del cielo raso mientas se abrían mis pupilas. Al cabo de unos minutos podía distinguir claramente las formas: el televisor, los libros, los discos, la alfombra y el afiche de Van Gogh que dice Licht! (que me he robado). Más agudo que nunca, tampoco entonces lo veía: hasta entonces no lo había visto. Sólo tuve una convicción: soñaría con lo mismo de todas las noches. Inevitablemente soñaría.




jueves, 19 de febrero de 2009

Esta frase de Cabral y este video de The National que en verdad es como que la nuez





El amor depende de la dirección que uno tome. Por ejemplo Borges salió para el sur y se encontró con la biblioteca nacional. Yo salí para el norte y me encontré con las mujeres, lo que quiere decir que escribí poco, pero me divertí mucho. Lo que también quiere decir que tanto el amor como la cultura son accidentes.













miércoles, 18 de febrero de 2009

Noche de estrellas: Juan se deforma en Tutankhamón, 'le métèque fabuleus'.






1.

The Chair she sat in, like a burnished throne,
Glowed on the marble, where the glass
Held up by standards wrought with fruited vines
From which a golden Cupidon peeped out
(Another hid his eyes behind his wing)
Doubled the flames of sevenbranched candelabra
Reflecting light upon the table as
The glitter of her jewels rose to meet it,
From satin cases poured in rich profusion;
In vials of ivory and coloured glass
Unstoppered, lurked her strange synthetic perfumes,
Unguent, powdered, or liquid— troubled, confused
And drowned the sense in odours; stirred by the air
That freshened from the window, these ascended
In fattening the prolonged candle-flames,
Flung their smoke into the laquearia,
Stirring the pattern on the coffered ceiling.
Huge sea-wood fed with copper
Burned green and orange, framed by the coloured stone,
In which sad light a carved dolphin swam.
Above the antique mantel was displayed
As though a window gave upon the sylvan scene
The change of Philomel, by the barbarous king
So rudely forced; yet there the nightingale
Filled all the desert with inviolable voice
And still she cried, and still the world pursues,
"Jug Jug" to dirty ears.



2.

Quiero reinar sobre esta construcción de imposturas que me rodea. Quiero gobernar hermosamente, grandiosamente, cómicamente, entre súbditos bellos que me traigan inca kolas muy heladas. Quiero gobernar para ti (para otros), y acaso sin fundamentos (donde eso escasamente es lo fundamental).



martes, 17 de febrero de 2009

Enumeración precoz



No contaré las mujeres de mi vida por cuántas quise, tampoco por cuáles me dijeron te quiero. Mi indicador será mucho más tierno y agudo: serán las mujeres de mi vida todas aquellas que tuvieron mi pene en sus labios.



lunes, 16 de febrero de 2009

Me copio y floreo (vamos a vender cremitas)







Si existe la miseria y tiene como una de sus consecuencias disolver cierta libertad, mental y no siempre física, y si esta miseria es la total inmersión en el hambre, la pobreza y conduce -no con pocas excepciones- a la conformación de un corazón llano y estéril. Si la expresión libre y creativa, de pronto artística, aquella que mueve el universo, lo diseña, lo articula, faculta la ciencia, la técnica, sostiene la verdadera soledad, la verdadera ira, el cómico amor, se construye sobre esta libertad que la miseria socava, en sus conciencias, contradicciones, en sus patetismos, vacíos y desencuentros, y si debemos aceptar que esta miseria florece en una estirpe particular de seres, indistintamente extraviados o convencionales, entonces se funda la única posibilidad de una justificación verdadera de la responsabilidad: sólo aquella que pueda contribuir a liberarlos.





La colombiana

“Aló…”

“Buenos días, ¿con el señor XXXX XXXXXXXXX?”

“Hola, sí, ¿qué tal, cómo estás?”

“Buenos días señor, lo llamamos para ofrecerle un nuevo plan para su celular postpago…”

“Me gusta tu acento, ¿de dónde eres?”

“Señor, lo llamamos para ofrecerle un plan que le dará 100 minutos más a celulares movistar y 50 minutos más para llamadas a celulares de otros operadores…”

“Suenas colombiana, eso me gusta.”

“Señor, ¿estaría interesado en incrementar sus minutos disponibles por sólo 3 dólares mensuales?”

“Lo que más me gusta es tu voz. Me gusta cómo me tratas con cariño.”

“Señor, con esta oferta usted podrá hablar el doble de minutos que con su plan tarifario actual, por sólo 3 dólares adicionales al mes.”

“Tu voz es lo mejor que me ha pasado hoy día. Por favor dime que me quieres.”

“Señor, para aceptar la oferta sólo tendrá que responder afirmativamente y se hará el cargo automático en su boleta.”

“Te amo, colombiana preciosa.”

“Señor…

“Todo lo que quiero es besar tus ojos.”

“… (plac).”

jueves, 12 de febrero de 2009

Fahrenheit, (Audrey Hepburn) & mi nuevo pantalón de denim a rayas‏




Se trata de entregarse de otra manera. A la ansiedad en su sentido más puro, y mecánicamente. A una visión humana del equilibrio aterrizada en esta ciudad dispar, animada como un fantasma soñador y tramposo, pulpo sucio de tentáculos arteros con ventosas del color del vino, agreste pero últimamente romántica. También se trata de una pasión por la impostura y cabiendo en ella, de un desdén exánime -siempre ficticio- hacia el amor. Yo lo creo casi siempre y sólo porque en algunos momentos no lo creo, es por eso que lo escribo (y así con todo). Escribo estas cosas sobre todo para torcer lo que es y expresar lo que he sabido descreer.




Entonces lo que es no es esto, o quizás sólo un poco, y luego cuando lo lees tampoco es lo que soy, es otro: es cualquiera, un cualquiera pintado por mí y por eso mismo actor de nuestras vidas, la mía y la tuya, en nuestros escenarios y caminos, esos lugares que hemos pervertido con nuestras miradas y voces, mucho más irresponsable. Y desde estas caretas que se van conformando, todas convergentes y voraces e idiotas como las polillas gigantes que pululan la lámpara dicroica de la sala en las reuniones familiares, con torpeza acaso lírica, se incorporan cosas a mí. En otras ocasiones de ellas me distancio. Pienso hoy que de tal forma le debe suceder a todos los que existieron verdaderamente (como yo) y con el mismo desorden, sin posibilidad de pronóstico, sean rigurosos o no, y con el mismo riesgo delicioso y mortal que motiva nuestras vísceras en la iluminada dirección del éxtasis y la locura.











Escribir o leer esto, que por el metafísico y cuestionable misterio/método que es la usurpación de los pensamientos ajenos finalmente no son cosas demasiado distintas, es al cabo concretar un candor pélvico, y como premisa sin buscar jamás ayuda psiquiátrica. Así por ejemplo olvidar el ahorro, la mesura y masturbarse; después comprar, comprar comprar comprar hasta la imbecilidad (aquel estado de paz, maravilloso, que permanece proscrito por la mayoría de los hombres que en nuestros tiempos se llaman prácticos o inteligentes).







martes, 10 de febrero de 2009

Sueños al óleo de cacto (la especialidad del chef)

La refrigeradora me dijo Chato, tú no eres cantante. Después vino lo de los insectos. O al mismo tiempo. Es lo mismo. Yo era un escritor fracasado de 30 años, jamás publicado, un pujante imbécil a punto de escribir una novela policial sobre un asesino -que era yo mismo- y su hermosa colección de jazmines, una policier en quatre livres que empezara en este cuarto -este cubo- y que se extendiera 10 años en una búsqueda lógica y apasionante y llena de desesperanza hasta otro cubo en un país muy lejano. Conversaciones, insectos gigantes o psicodélicos, sexo con una anciana, persecuciones internacionales, un policía italiano y una mujer alemana: episodios que se hilarían como mis sueños en une roman noir, une polar en quatre livres.

La refrigeradora me dijo Chato, tú no eres tan chato y en ese preciso instante yo me miré de arriba hasta abajo, como quien tiende una huincha imaginaria con los párpados y se raspa inevitablemente la córnea. Y después fue lo de Fernanda.... Sí, después. Que recuperara la cordura, la visión, que llegara al centro del meollo del hoyo de este cuerpo de fruta me dije: el doctor, los labios y el azzure. L'azzure y San remo me dijo, allí fue que nos reconocimos. ¿This summer at the Archduke's? Quizás no. Ya no estoy segura ni si quiera de eso.

Fernanda me dijo Chato, no lo hagas. Y entonces vino lo de los insectos. Yo me había recuperado pero entonces llegaron los insectos y tuve que hacerlo. Yo era ya un escritor grandioso. Aún no había publicado pero no era tampoco un escritor fracasado. Al menos no antes de los insectos y de la mujer alemana. Sí, la mujer alemana, y también la anciana. Luego el niño, el dulce niño que murió tan terriblemente, tan terriblemente por su culpa y la de nadie más. Después el policía italiano y la strada enorme y escaparnos en el vuelo de Lan disfrazados como dos turistas chilenos. Todo se jodería más tarde.

La refrigeradora me dijo aquella vez Juan, en Italia te habríamos apodado Gianni, habrías tenido muchos hijos y de pronto un avión. Yo meditaba junto al lavatorio mientras planificaba nuestra fuga: la verdad era que mi plato preferido había cambiado con los años. Si bien mi plato preferido de niño fueron los panzotti en salsa de nueces, después habían sido muchos otros; diferentes y múltiples cosas, una cada 30 o 35 segundos como una garúa cosmopolita en una ventisca renegrida, y quizás eso prefiguraba lo de los insectos y nunca lo supe (así como la multiplicación de los panes debió advertir a los profetas antiguos de todas las plagas del medioevo, pero jamás lo hizo).

La refrigeradora, viendo como me deslizaba hasta caer de cuclillas en el suelo helado y formar un feto, me dijo Chato, hablemos de amores.

domingo, 8 de febrero de 2009

“Cosmic microwave background radiation rules my heart” said the reaper as the sun rose.

Estaba pensando la madrugada de ayer en extroversión y timidez. En ambos cosas alrededor de muchas otras. En sus combinaciones y posibilidades y la deliciosa forma en que interactúan. En cómo existen en las personas que miro, admiro..., en mí. Sobre cómo parecen no ser polos opuestos, se confunden y luego no son mutuamente excluyentes.

Habla ella. Hablo yo. De todo: de todo lo que ansío (que es casi todo) y de todo lo que extraño (que es tan poco y singular y terriblemente inasible).

Le digo la personalidad es como una marea intangible. Como un abrumador pullover deshilvanado. No... Como un hermoso pullover (de repente tejido por mi nonna) enterito, pero de algún modo disociado. Visualmente perfecto, pero jodido. De colores como la bandera gay. Incapaz de protegernos del frío. Y nos empecinamos en argüir que es un hermoso pullover... De cashmere, nos afanamos.






Me cuenta todo. Le cuento todo pero sin mirar a los ojos.

Hay noches en que me abruma una soledad vaga, sosa e interminable.

viernes, 6 de febrero de 2009

Gary sin los drugos




A Gary le dicen Gari, que suena o se lee mucho más ruso que Gary. Al menos al ojo le suena.

Gary prefiere que le digan Gari porque prefiere imaginarse en San Petersburgo que en Londres, porque su verdadero sueño es dormir en una carpa, abrigado en L'Hermitage entre salones silenciosos con extraños matices o Matisses y esos fantasmas rancios de campesinos o nómades brutos que podrían devorarlo, y no en una carpa humedecida por «that goddam fog», demasiado cerca del Támesis.

Así que Gary vive intranquilo, pues la recesión mundial, una mujer huraña y el pago de una puta hipoteca lo han condenado a su estadía londinense. Y el problema de fondo no es ese, el problema de fondo es que Gary –o Gari– ignora su verdadero problema: ¡se ha equivocado de tono de base!




WTF?





¡Ay por dios, que le echen una mortaja de una vez por todas! ¿Realizas?




Vamos. Este de Wáshington Delgado.










Te estoy perdiendo en cada voz que escuchas, en cada rostro que contemplas, en cada gesto tuyo, en cada lugar que recibe a tu cuerpo. Ser como la luz que te envuelve, por la que dejas un retazo de sombra. Ser como la noche que te obliga a un pensamiento, a un deseo, a un sueño. Ser una materia leve, una corriente extensa que te persiga siempre. No ser esto que soy y que te está perdiendo.










jueves, 5 de febrero de 2009

Manera de andar

Me confunde explicar la perfección que encuentro ocasionalmente en una concepción metálica y azul de las formas y los procesos. Pues ni siquiera soy capaz de persistir en ella. Oscilo raudo, desordenadamente hasta ella iluminado desde un romanticismo naturalista, quizás soterrado, como envuelto por una mortaja marrón y siempre fatal o pesimista.









Puedo estar oyendo una canción, incluso llorando, meando, siendo completamente mundano, subjetivo, amante, inquieto, cuando irrumpe la precisión en mí y no con poca extrañeza le da un sentido paramétrico a todo. De súbito –con un garbo nada determinista y más bien estocástico– cobran los árboles y las mujeres una coherencia evolutiva y los pájaros una aguda perversidad que se infiere de sus picos ensangrentados y los ciegos pierden su ternura y los pobres mi amor y entonces me permito correr por la calle en recorridos zigzagueantes o bailar (de pronto como desnudado) con saltos y giros que no pude prever.





miércoles, 4 de febrero de 2009

La histeria y el asesinato ritual

3a. Matarte

una fotografía que viaja volando como una hermosa polilla perseguida por un serenazgo y que atraviesa el cielo de Lima corriendo como si atravesara la carretera central un sábado a las 10 de la noche,
que viaja aguda como una lanza de fuego que explota con un relámpago azul bajo una torre de electricidad a lo ancho y largo del cielo enrojecido de Birmania-en-llamas u otro país que especulemos en guerra,
que no es otra cosa que una fotografía del reflejo de tu cuerpo de una forma alada herencia del greco hecha mujer o escultura o sombra para la democracia y henchida con todas las bondades de la economía social de mercado

detrás un hombre medio alto medio griego medio moro medio imbécil que persigue esta fotografía con una cámara analógica en mano y sus ojos pardos como de roble pero encendidos con la nostalgia celeste de los huracanes,
que corre como un perseguido un verdadero extraviado por la calle amarilla por el descampado como un serenazgo que persigue a un travesti y pierde el aliento y lo pierde a la vuelta de la próxima esquina,
que sólo busca tomar una instantánea de la fotografía perdida y mostrarla a sus camaradas, aquellos que todavía lo escuchan y decirles:

Mirad, un daguerrotipo del maestro! Mirad carajo! Escuchad al maestro!.

UNO. Matarte porque no vales la pena

no estimar particularmente las listas
descubrirme haciendo esta en una servilleta una mañana en la mesa junto a la refrigeradora

Leonard Cohen
Gary Numan

interrumpir el hermoso acto de la creación
interrumpirlo como se interrumpe la perspectiva con un beso
cuestionar si dos elementos hacen una lista, si sólo se necesita uno, si soy capaz de hacer una lista
conclusión: añadir más elementos

Leonard Cohen
Gary Numan
Pixies
Dave Brubeck
Spacemen 3

cuestionar los nuevos elementos de la lista
¿cuántos elementos justifican una lista?
vale: sin duda retirarlos

Leonard Cohen
Gary Numan

VIII. Matarte porque de repente vales la pena

give me crack and anal sex dijo Luis en el restaurante Chala bajo un súbito soplido de luna y de plata, entre una noche proteica y sucia como untada de vinagre balsámico

sorbíamos un pisco sour, muy natural born killers, the three of us

take the only tree that's left le dijo María, con esa sonrisa de mierda que sabía poner cuando quería: and stuff it up the hole in your culture

yo la miré y supe que era su sonrisa de mierda y quise besarla pero ella no me dejó, quizás porque supo que en el fondo yo no quería besarla sino realmente morder sus labios: hundir mis dientes pequeños en sus labios gruesos hasta que explosionaran como dos mangueras llenas de sangre, o quizás porque prefería besar a Luís

Siete. Matarte porque dijeron que no vales la pena

semitismo

burocracia

indigenismo

esnobismo

postmodernismo

socialismo

anarquismo

Paris

5.6.7 Ok, matarte porque te pareces a tu madre

dentro de mí
¿qué hay dentro de mi?

ciertamente cuestiones mayúsculas rigen los astros
¿es mi madre un astro?

y los astros ya no son los de Kepler, los de Galileo
los astros son seres mundanos que almuerzan en la San Antonio y tiene camionetas y tocan la flauta traversa en shows de Mickey Gonzalez
digamos que todos los astros son Christian Meier fotografiados bajo un sol imponente y con canas porque ahora todos los astros andan por la vida como viejecitas seniles y pestilentes

las estrellas viven... 10 000 años... ¿luz?
la distancia es tiempo y viceversa

y si tu eres un astro y yo soy un astro espero que alguna vez colisionemos
y si tu eres un astro y yo soy cualquier cosa
y si tu eres un astro y yo soy un astro
y si tu eres un astro y yo soy cualquier cosa espero que colisionemos
estrepitosamente

Eso es todo lo que quiero.

lunes, 2 de febrero de 2009

El acicate




Esto nunca te hará feliz.

Me ha hecho feliz muchas veces. He sido feliz de una manera dispersa, escasa y maravillosa.

Pero nunca estarás tranquilo.

¿Y quién mierda, me puedes decir, quiere vivir tranquilo?

domingo, 1 de febrero de 2009

The blind watchmaker

No voy a ver lo que hago mientras lo hago, por minucioso que sea, y no voy a sentir el curso que siento cuando lo siento. Y si de esto modo logro extraviar algo de esto, pues será mejor.

Quiero aligerar mi mochila de cuernos. Quiero construir una alameda transitada por mariposas perfumadas. Veo en mis manos como dos manos inmensas y quisiera ser aquello constante, aquello que no se pierde por lo menos algunos meses.

Salir en las mañanas a correr por las calles que más me gusten. Como un sudor agrio que limpie mis poros escurrirme y que unas zapatillas nuevas arrullen mis pies como si los hundiera en una gelatina tibia de color mermelada.

Esta noche los fuegos han cruzado la línea mortal del equilibrio.