miércoles, 31 de diciembre de 2008

Todavía el bosque de los huesos


Leo:


Mi país no es Grecia, y yo no sé si deba admirar un pasado glorioso que tampoco es pasado. Mi país es pequeño y no se extiende más allá del andar de un cartero en cuatro días, y a buen tren.

Quizás sea que ahora yo aborrezca lo que oteo en las tardes: mi país que es el estadio de fútbol, los museos, jardineros sumisos y las viejas: sibilinas amantes de los pobres, muy proclives a hablar de cardenales (solteros eternos que hay en Roma), y jaurías doradas de marocas.

Mi país es letreros de cine: alienígenas, la farmacia de turno y tonsurados, un vestirse los jueves, viernes y sábados de fiesta y familias decentes, con un hijo ingeniero.

Abatido entre Lima y Asia (el rincón de Miami a noventa y cinco kilómetros de la eterna ciudad de los burdeles), un crepúsculo de bleu cobra banderas, baptisterios barrocos y carcochas. Como el paso senil del bienamado, ahora llueve una fronda de estiércol y confeti: solitarios son los actos del profeta como aquellos del amor y de la muerte.

domingo, 28 de diciembre de 2008

L’invitation au voyage













Entré por la puerta de vidrio templado y ordené un twister, un toasted twister, Desire, me senté y por una hora o más no pude salvo pensar en el sexo y la muerte y las drogas y el sueño y los sueños. Los sueños que me agobian cuando finalmente sucumbo al sueño o el alcohol u otra droga sensual, y la muerte y el sexo me alcanzan, confundidos. Cosa que, elijo esclarecer, no sucede muy a menudo porque la mayoría de las veces sobre el sueño prefiero el café y la prudencia: la sociedad, la belleza, el amor, la elegancia y el ritmo, y entonces nada más ocurre.




Son tiempos difíciles. Uno nunca sabe lo que hace cuando lo empieza a pensar, cuando camina y lo piensa, cuando los calendarios son agregados de significado y los alimentos de profundidades oníricas o sentimentales y los ojos de ansias de fechorías. Y así, mientras comía el twister, despacio y ceremonioso, como quien prepara su corazón y sus piernas para una batalla fatal, pensé en todo esto como quien observa lánguidamente un asesinato perfecto o una bandada de pájaros yendo de sur a norte, sobre la playa al fin del verano, y recordé que ante todo lo demás está la construcción de una historia, la más colosal y alegre de todas.





Frente de mí se sentaba una chica mayor, de pelo muy corto y oscuro. Cruzaba las piernas y estaba visiblemente fuera de sí, acaso borracha. Olía como a jardín embriagado, como a madreselva rebelde. Su fragancia pujaba hasta mí desde su mesa, 3 o 4 metros más allá. Eramos los últimos en el local. Enajenado, di un brinco y salí corriendo del lugar.




sábado, 27 de diciembre de 2008

La ciudad, como sistema, en general







Simple ejemplo de cuánto podemos dejar de ver; de cuan ridículos, tiernos y fundamentales son nuestros errores. Voy de noche por la Costa Verde, el auto –que no conduzco, pues me encuentro parcialmente embriagado– avanza de norte a sur. La playa está del lado derecho. Vamos zigzagueando y mientras observo el asfalto y más arriba el mar y un poco más arriba el Morro Solar y la cruz encendida, descubro que a cada vuelta hacia la izquierda no podemos ver cómo continúa el camino más allá de la curva. En cambio a cada vuelta hacia la derecha podemos ver claramente qué hay después de la curva. Concluyo instantáneamente: ¡qué interesante!: cuando uno sigue un camino nunca puede saber qué hay después de una curva a la izquierda, sí de una a la derecha. Sólo esta mañana reparo en la omisión evidente. Camino por el malecón de Miraflores, el sol deja una sombra sobre la playa, más abajo. Mientras tomo de una botella de agua con gas, reconozco primero la sombra y después reparo en la figura del acantilado. Me descubro parado sobre él.





jueves, 25 de diciembre de 2008

Tele-ternura











Nunca había comprado 6 rosas rojas para una mujer. Tampoco 12. Tampoco una. Y sin realmente entender cómo, me encontré la tarde de ayer en uno de los tantos locales de la florería más conocida de Lima con un papel lleno de indicaciones complicadísimas y mi tarjeta de débito lista para el castigo.


¿Cómo dice el mensaje, señor? La señorita que atiende me mira inquisitiva. Le había indicado, luego de estudiar en vano unos minutos el terrible catálogo vigente, que quería una caja de 6 rosas y una de chocolates mediana. Ella escrutaba mis labios y seguramente dudaba de esta cara de escaso amor, o de mi sonrisa cordial. Yo leí del papel que me habían encomendado, completamente avergonzado. Me temblaba la voz: Fe… liz navi-dad… a-mor!... Te… amo!

Detrás de mí, el más hermosa par de chicas observaba y esperaba su turno, algo confundidas por mi torpeza y la escena. En ese instante volteé y las miré. No tenían más de 20 años. Lo supe por sus ojos y por sus piernas y por una dulzura que las mujeres tangiblemente pierden en un momento indeterminable y que ellas aún lograban, fabulosamente, contener.

Me quedé callado unos segundos y ellas también. Me miraban sorprendidas: mi pantalón roto y mi polo roto, mi pelo sucio y mi pose desprovista de garbo. Estoy enviando una caja de 6 rosas y una de chocolates mediana les expliqué, pero nada de esto es mío, yo no tercerizo la ternura agregué.

Entonces todos nos reímos de mí.






lunes, 22 de diciembre de 2008

El mundo es abierto. La belleza es abierta. El ritmo es abierto. La noche es abierta.‏

















Bajo ella, este mar es el mío. Viéndolo desde el balcón, amo esta tarde frígida como sólo se ama a lo que siempre puede traicionarnos y persistentemente lo hace: desesperadamente. Este es un diciembre como cualquier otro porque estoy solo, porque hace sol y porque ando y ando, ando y giro al ritmo de mis pasos por la ciudad, me enrollo, me embrollo y vuelvo inevitablemente a casa, en ocasiones sin recordar cómo.

Hoy extraño a la neblina como a la bruma desde una vagina. Así son los placeres perdidos, cadenciosos e inasibles, y ese es el límite de mi esperanza. El día me parece sosegado y hasta contento cuando miro otra vez el mar, cuando levanto la mirada después de ver mis pies, mis sandalias viejas y miro la playa donde se asolea un perro y el mar donde se baña un gordo pomposo y velando todo eso, identifico entre mi balcón y ellos una glorieta anacrónica y huachafa sentada sobre el malecón roído. Así puedo, de pronto, olvidar todo lo que tragué anoche, o quizás, peor aún: todo lo que concedí anoche.

Visito hoy la casa de unos primos después de muchos años. Me he puesto una camisa demasiado pequeña, un pantalón demasiado estrecho y he ingresado orgulloso por su puerta (que es la misma de siempre, literalmente la misma puerta para entrar al mismo lugar). La casa es de madera y antigua y muy alta y está muy cerca del mar. Huele a musgo y está iluminada con tristeza. Después del postre me he escabullido al segundo piso. Camino entre las piezas, conectadas como si fueran un queso por aberturas que parecen poros o burbujas y que guardan dentro de ellas hálitos de estupidez ajena.

Mi tío fue contador hasta que se retiró y pasó a ser una estatua. Mantiene su escritorio. Entro en él y están arrumados los papeles viejos, al lado su máquina de escribir, un manual didáctico sobre el sistema nacional de pensiones y una calculadora que es más ábaco que calculadora. Me he sentado y he recogido uno de sus lápices y lo he tajado completamente, hasta quedar solo con el metal en la mano. Giro la manivela del tajador atornillado a la mesa y el giro y la madera hecha viruta me complacen. Después reviso sus cajones. Entre sus papales hallo lo más insólito: un Nintendo DS color Barbie. Lo enciendo, el juego puesto es Castlevania. Juego por una hora y por esa hora lo olvido todo.

De pronto me llama mi tía desde el primer piso. Despierto, guardo el aparato, ordeno todo. Mientras bajo las escaleras, pienso que en un momento que no supe reconocer, muchos años atrás, dejé de jugar con juegos para empezar a jugar con mi vida.






miércoles, 17 de diciembre de 2008

Estoy drogado por el bloqueador (SPF 30)

Sólo quiero declarar, como un alumno ante un gran árbol y callado, que no estoy convencido de nada, que este método me es ajeno y que mi cuerpo, mi mente, mi corazón y mi estómago, amplio o negra o hermoso o enfermo, les pertenece.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Apagón














Se fue la luz. La media noche..., te miré, y me había convertido en un animal demasiado tuyo, descansado bajo el sol de agosto. No distinguí todavía en tu regazo estos mágicos rigores. Y quizás sólo por eso me sentí a gusto. Si tú fueras menos científica, más esotérica, si no hubiera menos razón que miseria en esta tierra, yo tendría que matarte te dije. Entonces empezamos a caminar deambulando como dos comerciantes por toda la tierra, sólo que la tierra era San Isidro o La Molina y tus piernas el más dulce alicate y mis besos la certeza de una sensación de vergüenza. Y no tuve que andar demasiado por toda la tierra para descubrir que no existía diferencia entre un alicate y un gran amor. La miseria me escribiste después, está en la certeza del tiempo, pero ciertamente se acumula en tus labios. Y quizás por todo esto o mucho más aquella primera vez mientras limpiabas la sombra y mi saliva de tus párpados, esa mañana en el departamento de Javier, yo te contemplé 10 minutos frente al espejo. Exhalando, atónito.



domingo, 14 de diciembre de 2008

Sábanas sucias






Retumba el mar salado y extensa la ciudad oceánica retoza en mis manos donde escribo escribo escribo escribo y no escribo nada toda la noche me amo minucioso los pezones por ejemplo junto a cualquier cuerpo y el otro descaradamente va despojándome como del tesón a un panadero de todas las almas que nos purgan esta la peor que delicadamente amándome con el egoísmo que amerita la guerra y no la música más negra de mi generación silenciosa como son los años de este siglo termina conmigo donde el hombre perdió no la bondad sino la inocencia y yo le digo siempre siempre que puedo mientras los ojos a punto de pinchárseme toda la madrugada amándonos entre lágrimas por los hombres que nacieron este siglo hagamos algo hagamos algo pero liberado he sido en mi cuerpo dulce y solo en ocasiones de un sueño demasiado largo fui liberado yo dormía en ocasiones en esta ciudad hermosa que existía dormida para mí hoy que vivo como hoy todos los días pasados que yo viví como hoy.










sábado, 13 de diciembre de 2008

Justificación de Gabriel












Abraham engendró a Isaac.
Isaac engendró a Jacob.
Jacob engendró a Judá.
Judá engendró a Fares.
Fares engendró a Esrom.
Esrom engendró a Aram.
Aram engendró a Aminadab.
Aminadab engendró a Naasón.
Naasón engendró a Salmón.
Salmón engendró a Booz.
Booz engendró a Obed.
Obed engendró a Isaí.
Isaí engendró a David.
David engendró a Solomón.
Solomón engendró a Roboam.
Roboam engendró a Abías.
Abías engendró a Asa.
Asa engendró a Josafat.
Josafat engendró a Joram.
Joram engendró a Uzías.
Uzías engendró a Jotam.
Jotam engendró a Acaz.
Acaz engendró a Ezequías.
Ezequías engendró a Manasés.
Manasés engendró a Amón.
Amón engendró a Josías.
Josías engendró a Jeconías.
Jeconías engendró a Salatiel.
Salatiel engendró a Zorobabel.
Zorobabel engendró a Abiud.
Abiud engendró a Eliaquim.
Eliaquim engendró a Azor.
Azor engendró a Sadoc.
Sadoc engendró a Aquim.
Aquim engendró a Eliud.
Eliud engendró a Eleazar.
Eleazar engendró a Matán.
Matán engendró a Jacob.
Jacob engendró a José.
José no engendró a Jesús.






viernes, 12 de diciembre de 2008

La Boya








Por poco y nos matamos. En ese instante fatal subíamos por la Javier Prado hacia La Molina y yo estaba hablando y los dos mirábamos el asfalto pasar como si fuera el mar bajo una lancha (un mar negro lleno de algas negras) y desde todo el cielo no lloviznaba. Y quizás debió estar lloviznando, habría sido todo más sencillo.





Bajo de mí Satanás estaba esbelto, ágil y presto, y yo no estaba borracho. Borracho de qué había pensado al encender el carro. El asunto fue que dábamos la curva más cerrada y Satanás, lerdo y rojo, se pegó demasiado contra la berma del centro, la raspó, saltó y por poco no trepa en ella. Íbamos a 100 Km. por hora.











Qué pasó me dijo ella. Y yo: nada, no pasó nada. Esto ya me pasó dos..., tres veces antes.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Debauchery







A través del corazón abrir las piernas. Abrir el corazón a través de las piernas.


Era un imbécil. En las noches oía música fuertísimo mientras resolvía problemas de cálculo. Por las mañanas iba a la playa. Toda la tarde dormía. Procuraba no andar demasiado solo. Escribía. Seguía a mis amigos los viernes y los domingos permanecía en silencio, de repente también con mis amigos. No hablaba con mi familia. Buscaba soluciones. Exploraba lo ajeno y temía las ideas propias. Leía poco.

Una tarde tomé un micro y luego descendí de él y trepé unas escaleras en Jesús María, tres pisos, y en el tercer piso tomé una correa de cuero con puntas cónicas de acero. La calcé en mi muñeca y me miré. No pude alcanzar mi billetera para sacar el billete y pagar el artefacto. No pude porque me miré y cuando lo hice supe que algo estaba pasando y después de eso, mirarme ya no era lo mismo. Dejé la pulsera y me fui corriendo. Esa noche me masturbé como un loco contento y a la mañana siguiente ya estaba decidido a ser otro y ese otro sería yo mismo.


Abrir las piernas a través del corazón. A través de las piernas abrir el corazón.


6 años después, andaba por la calle cantando. Era algo menos imbécil, pero no menos imprudente. Andaba en chanclas (solía andar descalzo pero un vidrio sucio y una infección lo cambiaron todo). En ocasiones cerraba los ojos y entonces podía tropezar. No me importaba. Creía en menos cosas y con más fervor. Pregonaba el desorden y aún vivía entre ritmos. Había creído ser una ruina pero a pesar de todo en ocasiones había sido feliz y poco lograba entenderlo. Quería a una chica y en los momentos de ocio pensaba siempre en su boca, ocasionalmente en su nariz. Todavía leía poco.

Una noche caminaba muy lentamente y en cierto lugar de San Isidro me detuve, vi una señora. Me le acerqué y observé que vendía galletas. Le compre un paquete para ella, nos sonreímos y retomé el camino. Después me dijo que eran de naranja y que le gustaron. Mucho más tarde volví a pensar en las galletas y en la señora. Recordé mi mano cogiéndolas y recordé mirarme. Recordé mi mano tomando las galletas, mi pulso rodeándolas. Reconocí la figura.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Género






He encontrado mi cabeza en una cripta en una vuelta de esquina en un momento diferente en otro momento la he encontrado mi cabeza hablaba con otra cabeza de fuego del fuego vano que las rodeaba y de mi mismo de las cosas simples hablaba siempre supuse lo último esperar una cabeza con otra cabeza en la puerta de la cripta de tu vida y yo no lo supe si develó todos mis propósitos.

Balística










Delicada técnica del beso sosegado con todo el cuello hecho de aire vertido en un embudo u otro cuello alegórico para todos los hombres iguales en la tierra muriéndose de muerte muriéndose de muerte.

Notas

Primero, prometo no tratar el cambio de clima. No el cambio climático, sino este verano súbito. Segundo, este video:

jueves, 4 de diciembre de 2008

En el desierto, asumo

"There must be some way out of here," said the joker to the thief, "there's too much confusion, I can't get no relief. Businessmen, they drink my wine, plowmen dig my earth, none of them along the line know what any of it is worth."

"No reason to get excited," the thief, he kindly spoke, "there are many here among us who feel that life is but a joke. But you and I, we've been through that, and this is not our fate, so let us not talk falsely now, the hour is getting late."

All along the watchtower, princes kept the view while all the women came and went, barefoot servants, too.

Outside in the distance a wildcat did growl, two riders were approaching, the wind began to howl.

Y para mí la única pregunta es si están a caballo o en moto.

La apatía de Goliat






Ante la mirada triste de su pueblo, David declamó a las puertas del palacio: 'Saúl, no por haber tomado la vida de Goliat, sino por haberlo despojado de su audacia y haberla traído encendida a las puertas de este reino, es que merezco el vientre de tu esposa'.



Ezequiel 18:3

lunes, 1 de diciembre de 2008

Les fenêtres










Me defenestro, me lanzo, surjo, contengo, observo, dudo, camino, pregono, sonrío, y salto, salto, salto.


Me defenestro, sueño, elucubro, construyo, edifico, cierno, incendio, ahogo, sonrío, y salto, salto, salto.


Me defenestro, amo, describo, juego, narro, escando, bailo, canto, ilumino, sonrío, y salto, salto, salto.


Me defenestro, engaño, cubro, sesgo, entierro, asolapo, evado, lubrico, pervierto, sonrío, y salto, salto, salto.


Aterrizo.