sábado, 2 de febrero de 2008

Radio, live transmission

Enteramente Juan Sahumerio yo, caminaba yo por el barrio entre las ráfagas de aire fresco o tibio, Facundo nunca más yo. Engullía un delicioso sublime galleta yo, cándidamente Juan Sahumerio yo, y degeneradamente también, fiel a mi alma un poco torcida que creo recién empezar a reconocer.

Entonces pasé frente a un edificio de 4 pisos que queda justo antes de la esquina para doblar a mi cuadra. El señor huachimán reposaba muy reposado en su silla plástica y parecía estar disfrutando de más o menos lo mismo que yo, salvo porque yo andaba descalzo y eso eleva toda la ecuación del placer al poder de 4 o a lo menos 3 y eso te proyecta temerariamente a las proximidades del orgasmo inmaculado.

Unos segundos después, impresionado me di cuenta de que el hermano huachimán se sienta bajo los intercomunicadores, esos que se usan para tocar y que a uno lo hagan pasar pero también para hablar de cuarto a cuarto, y que por estos se oía una conversación algo íntima entre dos personas, supongo una pareja, que me parece hablaban de esas cosas que a todo buen voyeurista entusiasman.

Le dije "Se escucha todo." Me miró con una cara de profunda nada y yo lo entendí feliz. Deduje que probablemente se escuchan las conversaciones de varios pisos y que él, desde su puesto, suele oirlas. Dudé, dije nada y seguí caminando.

Hoy pienso que si él obtiene así placer, como yo de esa tarde, mi sublime y el verano, o incluso más, no se si quiera quitárselo (es decir no se si quiera acusarlo).

Luego he pensado en otras cosas, en mi Alejandra traslúcida, en dos películas disímiles, en un poema bacán e incoherente que leí hace poco, y por otra parte les cuento que el sunset (no seas huachafo: la puesta de sol, el ocaso, cualquier cosa menos sunset) fue hoy una cosa buena con San Lorenzo, las nubes, y tantos colores entre el azul y el rojo.

Video desesperado:

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