sábado, 17 de noviembre de 2007

Observación demasiado próxima de escaparate y televisores detrás

La recepción pálida de los colores me condujo a examinar la misma materia de esta luna (vista otra vez hoy, meses después), su atributo de lente y su cualidad soberbia de escudo.

Pero de ella surgían aún disímiles semánticas. Pero de ella otra vez emergían nuevas oportunidades cardinales.

De tu cara y tu letargo gris, de tus ojeras ha comenzado la travesía. Un punto de iris trasladado magnéticamente a través de la arena fundida. Un punto imaginario de aire publicitario y coludido. Deberás saber de antemano que no hay razón y es casi un crimen detenerse pocos segundos contra un escaparate. Se podrá entender que no bebiste el café por la mañana. Aférrate después de todo el cuerpo a tu corbata. Deja que tu alma retumbe. Un panel de vidrio ha contenido tu organismo y tu mirada y a tu alrededor la gente se abalanza como el río Surco. (Como el río Rimac tú deberás perpetuarte en tus ojos.)

Pues, tal como la vez anterior, todos se detienen a empaparse del escándalo:

Alguien se para como un niño, estupefacto frente al paraíso/
Alguien se estampó como un niño, idiota contra al paraíso.

Hoy lo sé. Este vidrio es rincón de masas; alucinado pórtico del sueño. No hay una tierra guarecida detrás. Pero aquella vez la canción terminó con la finta ágil de una nube. Viéndome en el espejo súbito que hicieron de mi portal unos rayos en él reflejados me descubrí desmejorado y gritando, torcido como un olivo.

Nada pudo distraerme otra vez de mi mismo y mi pobreza.

No hay comentarios: