miércoles, 12 de marzo de 2008

Juan (John los sábados), Eduardo, Harold y su loba

Tenía que haber sido la situación más rara en la que me había encontrado. Por la Javier Prado yo, Juan, con Eduardo, íbamos de regreso hacia miraflores en mi auto rojo. Sin que yo entendiera por qué, en el cruce con San Luis se trepó Harold, con lentes oscuros. Estaba vestido con jean, en zapatillas azules, una camiseta roja y traía de la mano una chica de polo "apretao".

Se subió -subióse- y nos saludó amablemente como siempre, familiarmente. La chica me miró por el espejo retrovisor; Eduardo también me miró: ¿qué raro esto no?, con los ojos. Porque aún la subida era normal, pero normal no era jalarlo hasta Navarrete.

Y así cruzamos aquella zona sin ningún deseo de seguir juntos, como dos perros después de su canina diversión. Yo, cantando Depeche Mode; Eduardo, fumando un Lucky; Harold and the loba besándose, alegremente besuqueándose.

(Dulce sensación.)

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