lunes, 8 de diciembre de 2008

Debauchery







A través del corazón abrir las piernas. Abrir el corazón a través de las piernas.


Era un imbécil. En las noches oía música fuertísimo mientras resolvía problemas de cálculo. Por las mañanas iba a la playa. Toda la tarde dormía. Procuraba no andar demasiado solo. Escribía. Seguía a mis amigos los viernes y los domingos permanecía en silencio, de repente también con mis amigos. No hablaba con mi familia. Buscaba soluciones. Exploraba lo ajeno y temía las ideas propias. Leía poco.

Una tarde tomé un micro y luego descendí de él y trepé unas escaleras en Jesús María, tres pisos, y en el tercer piso tomé una correa de cuero con puntas cónicas de acero. La calcé en mi muñeca y me miré. No pude alcanzar mi billetera para sacar el billete y pagar el artefacto. No pude porque me miré y cuando lo hice supe que algo estaba pasando y después de eso, mirarme ya no era lo mismo. Dejé la pulsera y me fui corriendo. Esa noche me masturbé como un loco contento y a la mañana siguiente ya estaba decidido a ser otro y ese otro sería yo mismo.


Abrir las piernas a través del corazón. A través de las piernas abrir el corazón.


6 años después, andaba por la calle cantando. Era algo menos imbécil, pero no menos imprudente. Andaba en chanclas (solía andar descalzo pero un vidrio sucio y una infección lo cambiaron todo). En ocasiones cerraba los ojos y entonces podía tropezar. No me importaba. Creía en menos cosas y con más fervor. Pregonaba el desorden y aún vivía entre ritmos. Había creído ser una ruina pero a pesar de todo en ocasiones había sido feliz y poco lograba entenderlo. Quería a una chica y en los momentos de ocio pensaba siempre en su boca, ocasionalmente en su nariz. Todavía leía poco.

Una noche caminaba muy lentamente y en cierto lugar de San Isidro me detuve, vi una señora. Me le acerqué y observé que vendía galletas. Le compre un paquete para ella, nos sonreímos y retomé el camino. Después me dijo que eran de naranja y que le gustaron. Mucho más tarde volví a pensar en las galletas y en la señora. Recordé mi mano cogiéndolas y recordé mirarme. Recordé mi mano tomando las galletas, mi pulso rodeándolas. Reconocí la figura.

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