martes, 21 de octubre de 2008

Leverage



Voy a hablar de mi cuerpo. Quiero hablar de mi pene y de mis dientes. Busco transponer mi semen y mi aliento.






Porque tengo un pecho flácido, hundido y cóncavo, pero cálido. Porque he andado mucho y este andar porfiado forjó mis nalgas (en conclusión, ¿he andado mal?).


Cuando meo, ocasionalmente el chorro se divide en dos, uno a 45 grados del otro, y la única solución resulta ser volver el glande de cabeza. Hoy no logro recordar el sentido de la metáfora y aún así no dejo de creer que mi pene es hermoso (aún cuando sea un pene dubitativo, que no escupe sino con poética desidia). Es tierno y lo amo mucho, y espero lograr que algunas también lo quieran, que lo besen, lo estrechen.


Entonces vengo a pensar en mis muelas del juicio… lo que inmediatamente me hace olvidarlas y pensar solamente en mi juicio. He andado y andar, además de forjar mis nalgas, esbozó un trazo indeleble en mi mirada. El malecón, las hojas amarillas en la pista, las margaritas, la cerveza, los labios, el pelo, los jardines, los cigarros…


Al cabo es obvio (y bastante ridículo) que mis señales no son mías, las comparto, son robadas. Mis señales son de cualquiera y mis imágenes tan propias como ajenas y este texto infeliz tan mío como tuyo.

1 comentario:

David Parra dijo...

"(aún cuando sea un pene dubitativo, que no escupe sino con poética desidia)"

lo senti mio.
anke siertamente..si, si es un poko infeliz.

kien sabe...
algun dia..algun dia...

genial...
nos estamos leyendo