viernes, 10 de octubre de 2008

Dolor de garganta




En general, mis placeres son inmediatos, fugaces y radiantes y mis dolores fanáticos, sordos y nostálgicos. En ambos casos son igualmente impíos y parciales.


Hoy andaba por cierto pasaje (y no estoy siendo huachafo, el callejón al que me refiero se llama literalmente “Pasaje …”) cuando recordé con vergüenza una conversación que tuve caminando por ese mismo callejón, tan ignorante como soy, sobre el teatro de Beckett -que no conocía realmente y lo cual no ha cambiado tampoco. Y para mí no hay mayor fuente de espanto que la vergüenza, sea mía y peor si es ajena. Luego anduve un poco más y una brisa fue suficiente para sobrecogerme, y luego pensé en la primera frase.


Después, más allá, me detuve a observar la carretilla de un heladero. Le compré unas casino de vainilla. Mientras me las comía y cruzaba las calles cada vez más cerca de mi casa, tuve la certeza de una excepción: en todo manjar simple de la niñez encuentro una dicha que no es presente, sino pasada.

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