lunes, 5 de enero de 2009

Cauces alternativos




No descarto la posibilidad de perderme definitivamente. Reniego de la tranquilidad que significaría encausarme o afincarme en un depósito que no sea el mío. Pues un depósito debe ser el propio (y no el de otro). Así diría que triunfar el triunfo de otro es como tener sexo-enamorado con una muñeca, besándola, o peor aún: como ser enterrado en un ataúd inscrito con el nombre famoso de alguien quien fuimos y que jamás reconoceremos.









La autenticidad discurre en una marea, durante un colágeno caliente que rápidamente puede enfriarse por siempre, tomando aquella forma que si buscamos modificar no hará salvo quebrarse. No poseemos la capacidad de mutar infinitamente. Nuestra niñez caló en nosotros, los miedos primitivos se imprimieron en mí.




La madrugada del domingo hablaba con Fernanda. Fernanda me dice, cuando estamos apoyados sobre la barra de un bar y yo miro embrujadamente los ojos del barman: yo no se qué vas a hacer tú. Me volteo hacia ella y yo, por mi parte, no se qué va a hacer ella.




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