lunes, 23 de febrero de 2009

Somebody lurks (works) in the shadows



El artesano detrás de mí debe ser un enano. Flaco, bucólico, pervertido, cantante y sibarita... y enano. El artesano o diré el artista detrás de mí: un enano hedonista. Hedonista pero científico pero disperso, agudo pero caminante y despeinado, alegre pero suicida. Y mal escritor, y pobre cantante... ¡ay maldito enano sibarita!

El artesano detrás de mí urde batallas familiares. Mea en el piso del baño de mis papás. Vomita en los muebles de la sala. Insulta a mis amigas chancha puta y ellas lo miran chato marica. Luego me culpan a mí. Yo no me disculpo- temo la furia del enano, diabólico, artero.

Entonces el artesano detrás de mí no es títere de mis manos (¡oh sépanlo!), tampoco de mis genitales. Este chato breve es ajeno a mí, como los lapiceros verdes de Lucía (que son como los ojos eternos de Lucía), incluso tan ajeno como los salmones que muerde y morderá por siempre Lucía.







Pregunta: ¿cuántos son los nombres del maestro?




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