miércoles, 26 de noviembre de 2008

Placer moreno





Me es invitado un café y yo replico:


¿Por qué, en esta antesala nefasta, mientras espero por usted alrededor de hombres mucho mejores que yo


aaaaaaaaa–hechiceros que se echarían orines en los dientes, barro en las heridas–


debo yo esperar su mano próxima no exenta del popular deseo y fulgurante de estrellas y aquellos gestos preferidos por los solitarios admiradores, su mano insólita y detenida como una hoja a punto de hendirse en mí, experta entre mi pecho, su mano, su mano que ilumine mi torso como una bengala inflamándose al ingresar en una piscina oscurecida?

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