domingo, 30 de noviembre de 2008

unodostrescuatrocincoseis

Me desperté preocupado y con esta lista impresa en la mente:

1. Agua

2. Luz

3. Miguel Bosé

4. Café

5. Tendoroni

6. Cristina

Me desperté e inmediatamente corrí hasta la cocina y después vine a escribir esto. Viendo la pared blanca y limpia de la cocina, a media altura, sobre el teléfono y sobre la pizarrita blanca mientras tomaba agua, entendí que podía estar fatalmente confundido. La lista verdadera podía ser distinta. Podía ser totalmente otra. Podía ser esta:

uno. Agua

dos. Luz

tres. Miguel Bosé

cuatro. Café

cinco. Tendoroni

seis. Cristina

O esta:

6. Cristina

5. Tendoroni

4. Café

3. Miguel Bosé

2. Luz

1. Agua

Incluso esta:

Luz. 2

Cristina. 6

Agua. 1

Tendoroni. 5

Miguel Bosé. 3

Café. 4

Me desperté y antes de correr hasta la cocina cogí papel higiénico del baño y sólo entonces corrí como un loco explícitamente loco para borrar de la pared blanca de la cocina la lista, donde había sido inscrita con lapicero azul la madrugada anterior.


Cuando corría tuve la certeza de un recuerdo. Me recordaba borrando la tinta azul de la pared blanca. Recordaba el papel manchado de azul y mis manos manchadas de azul y mi polo blanco iluminado de azul y mis ojos, mis ojos marrones, y recordaba borrar Agua y no querer borrar Café y sonreir con Miguel Bosé y ser contento leyendo Cristina. Recordaba la pared blanca totalmente ensuciada de azul y recordaba la oscuridad que sobrevino al borrar la z.

1. Agua

2. Luz

3. Miguel Bosé

4. Café

5. Tendoroni

6. Cristina



Hoy me desperté y corrí a la cocina y cuando llegué la pared blanca estaba limpia y tuvo que ser todo un sueño. Pocas cosas son más absurdas que las iluminaciones.

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