jueves, 26 de marzo de 2009

Estómagos y corazones

Sí me gusta utilizar símbolos. Sí me entusiasman escasas ceremonias.

También me gusta oler un pecho suave de mujer. Me gustan las tetas pequeñas, apenas elevándose, y los pezones que parecen globos de carnavales sin inflar. Me gusta aquella zona en la base del cuello, la clavícula, me gusta el lento camino de la boca a través de ellas hasta las axilas humorosas. Me gusta besar esos pezones y acariciarlos levemente con los dedos, oscilan más fácilmente, y me gusta la mueca y los sonidos que pueda hacer una mujer cuando lo haces. Me gusta cómo te sonríe y entonces, cuando lo hace, me gusta besarla en la boca cerrada, presionando mis labios en los suyos.

Me gustaría postular a las tetas como cierta coraza, exoesqueleto del torso (con todas las implicancias, que en este caso no elaboraré) y al torso como la habitación de cierta esencia pulsante donde se localiza primero el dolor y todo lo otro que nos impulsa. Mi ritual sería entonces la forma estúpida y sumisa de aproximarme a ella. Además me gustaría elegir un órgano -un cuerpo gutural- que acogería esta esencia: la sensación de la noche y el deseo; todo lo irracional y avasallante que nos conduce a la locura práctica; la luna dentro, el viento inmóvil. Es muy difícil. En este caso es muy difícil.

No distingo estómagos y corazones.

No hay comentarios: