sábado, 21 de marzo de 2009

Sergio Marcelo Coiffure











Como en ese capítulo de Seinfeld, de esa calaña es mi relación con Sergio Marcelo. Pero tomemos en cuenta que yo no soy totalmente Jerry Seinfeld, que tengo un poco de Woody Allen también, otro poco de Bill Cosby y otro (aún) de Edgar Allan Poe.

Sergio Marcelo es un poco ese tipo de peluquero que podríamos llamar barbero. Quizás algo más moderno, pero no mucho. Tiene guayabera blanca y banda de jebe. Tiene sillas de cuero blanco, que podrían ser parte de la escenografía de Grease, y sabe reírse de si mismo con más agudeza que del resto. Yo lo aliento, busco torcerlo Sergio, ¡deja salir a la loca argentina que hay en ti! pero Sergio Marcelo es mesurado y cosechado, aprista viejo, toma el café con elegancia, las piernas cruzadas mientras espera, oliéndolo, y está muy orgulloso de sus hijos, una doctora y un ingeniero. En otras palabras: no cambiará.

He querido dejarlo, cambiarlo por alguien más joven y con mejores manos. En ocasiones me he atrevido a sacarle la vuelta. (Aquella vez en Guayaquil.) He querido dejarlo y jamás me atreveré. Por tanto me pliego a él, lo incorporo en mí. Es muchísimo más fácil ser abandonado.







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